Cobos Presidente: desestabilizador, antidemocrático, integrista y conservador

No hay nada malo con esto, la verdad en última instancia son conductas políticas con las que debemos lidiar. Y no es la primera vez en nuestra historia, aunque sin duda es insólito por su cargo y el compromiso electoral que asumió.

Se podrá decir que sangramos por la herida, y es cierto. Que no tiene sentido hablar de él y también es cierto, pero no puedo salir del asombro cada vez que leo o escucho a este tipo y la forma en que sus aduladores de la oposición lo ensalzan con indisimulable perversión, tal como se manifiesta en el reportaje que le concedió a La Nación, publicado mientras está jugando a ser presidente.

En la nota, el diario lo presenta como “el hombre que llegó a vicepresidente por su bajo perfil y se convirtió luego en el enemigo más temido del Gobierno”

¿Qué dice en el reportaje? Que no va a renunciar – nada nuevo -, que el gobierno no busca consensos y no respeta las buenas formas – esto tampoco es muy original - pero cuando puede y quiere saca el puñal “no positivo”. La Nación le pregunta “¿El objetivo del Gobierno es "hacer caja"? “-"Es lo que se dice”, responde. Cuando le advierten que llegado el caso “si a (Cristina) le va muy mal hasta podría asumir usted la Presidencia... -"Y sí, es así", contesta.

Pero su incontinente pulsión inaugurada el 14 de julio no se detiene ahí, También uno se entera que para Cobos, nuestro país tiene “religión oficial” y que no hizo campaña electoral, excusa que ofrece para no defender siquiera la fórmula que lo llevó a su cargo. Pero eso sí, le advierte al presidente del principal partido democrático de la argentina que “debería ser más medido en su rol y en su participación” añorando los años de feliz proscripción.

Vale la pena leerlo, es toda una declaración de principios y sirve para conocer un auténtico exponente de la acción política cínica y perversa.
Y es ni más ni menos que nuestro vicepresidente.
Y ni más ni menos que un traidor al voto popular... Después no digan que no somos autocríticos

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